El cielo estaba nublado, el sol oculto. Me encontraba en cáritas donde hago mi servicio social, el día iba normal esperaba junto a mis compañeros de servicio para que los chicos de la Casa del Adolescente fueran a comer. La hora de la comida es a las 2 de la tarde pero cada vez hay más ancianos en la Casa del Abuelo, así que tenemos que esperar a que terminen.Es triste ver a los ancianos en situaciones tan deprimentes, que no pueden comer solos, que si hablan solos, que algunos no ven o no oyen. Muchos son abandonados por su familia o vivían en las calles enfermos y sin comida.
Ver todos los días a los abuelitos o viejitos o a los ancianos sólo piensas espero no acabar así y que mi propia familia no me abandone. Es imposible no pensar en mi abuelo e imaginar que alguno de ellos tenga su cara, al pensarlo digo gracias a Dios mi abuelo era muy querido, tenia muchos amigos y falleció en su casa rodeado de sus seres queridos.
Desde dos semanas antes ya habían fallecido dos abuelitos, me gusta llamarlos así, primero uno y después otra, bien dicen que cuando muere uno le siguen otros. Y así fue la semana pasada falleció otra abuelita, que me contaron amaneció muerta. En cáritas hay una sala donde se velan a los muertos y también están las urnas donde descansan los ancianitos.
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