Abuelo
El cielo estaba nublado, el sol oculto. Me encontraba en cáritas donde hago mi servicio social, el día iba normal esperaba junto a mis compañeros de servicio para que los chicos de la Casa del Adolescente fueran a comer. La hora de la comida es a las 2 de la tarde pero cada vez hay más ancianos en la Casa del Abuelo, así que tenemos que esperar a que terminen.Es triste ver a los ancianos en situaciones tan deprimentes, que no pueden comer solos, que si hablan solos, que algunos no ven o no oyen. Muchos son abandonados por su familia o vivían en las calles enfermos y sin comida.
Ver todos los días a los abuelitos o viejitos o a los ancianos sólo piensas espero no acabar así y que mi propia familia no me abandone. Es imposible no pensar en mi abuelo e imaginar que alguno de ellos tenga su cara, al pensarlo digo gracias a Dios mi abuelo era muy querido, tenia muchos amigos y falleció en su casa rodeado de sus seres queridos.
Desde dos semanas antes ya habían fallecido dos abuelitos, me gusta llamarlos así, primero uno y después otra, bien dicen que cuando muere uno le siguen otros. Y así fue la semana pasada falleció otra abuelita, que me contaron amaneció muerta. En cáritas hay una sala donde se velan a los muertos y también están las urnas donde descansan los ancianitos.
Al pasar por la sala vi a dos personas de negro sentados rezando, velando a su mamá, abuela, tía o quien fuera para ellos. Es común ver tumbas, en ocasiones hay dos o tres en el suelo, incluso huele a flores de muerto e inmediatamente sabes que un abuelito falleció.
Los chicos de la Casa del Adolescente siempre hacen bromas de que quieren abrir las tumbas y ver a los muertos, claro nadie los dejan, la primera vez que vi las tumbas se me hizo un enorme nudo en el estomago y casi corrí del lugar era lo último que quería ver.
Poco a poco me he ido acostumbrando, me gusta ver a los abuelitos cuando están con su familia me llena tanto de ternura porque no sólo pienso en mi abuelo sino también en mi abuela, que son las personas que más amo en mi vida y perder a mi abuelo fue realmente duro.
Ver a los abuelitos de cáritas es duro también por que están solos, algunos en mal estado y enfermos y también las instalaciones que no serán las mejores pero al menos tiene un hogar, comida y ropa.
Cuando recién llegue a cáritas un abuelito muy amable, que se le dificultaba hablar porque ya no tenia dentadura fue el primero que me hablo y cuando me veía siempre me saludaba con la mano o me decía adiós. Por lo que me dijeron era maestro de química y le decíamos el altote porque si era muy alto y era el encargado de tocar la campana para que todos fueran a comer.
Nunca supe su nombre y no lo pregunte pero en lo que todos en el servicio estaba de acuerdo era el más amable y respetuoso. Porque si que hay uno que otro rabo verde que sólo te ve y te come con la mirada, que prefiero evitar y no hacer caso.
Como pasaba los días note que el abuelito altote ya no estaba en el jardín y casi no lo veía en la hora de la comida, hasta que un día lo vi en silla de ruedas y vi que una pierna la tenía muy hinchada y lastimada. Pregunte que le pasó y me dijeron que una noche se había caído muy feo, que no se podía levantar y tuvieron que ayudarlo y por lo de su pierna debió ser una caída muy grave.
Inmediatamente uní a este abuelito a mi abuelo, no porque se parecieran, sino porque mi abuelo tenía sus piernas hinchadas y en ocasiones uso silla de ruedas. Algo fue que al ver a este abuelito recordaba siempre a mi abuelo. Esta fue la última vez que lo vi, ya no volvió a salir de su cuarto.
Para este martes pasado llegue a las dos de la tarde y vi que otro abuelito había fallecido y si me dio tristeza, después le pregunte a mi compañero de servicio quien era y me dijo el altote, el que siempre tocaba la campana.
Me lleno una enorme triste, porque al pasar por el salón donde los velan antes de saber quien era vi que no había nadie y sentí como mi corazón se hizo chiquito. El resto de la tarde no dejaba de pensar en ese abuelito y las ganas que tenia por bajar y estar con el un momento pero no me atreví, tal vez por mi abuelo, no lo se pero no pude.
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